Cuando era pequeña, tenía que ejercer de canguro muchos fines de semana. Me encargaba de cuidar, jugar y vigilar a niños de entre 3 y 6 años.
Lo que más les gustaba eran los cuentos que yo les contaba. Siempre tenía que inventarme uno o, por el contrario, recordar con detalles cuentos populares como Blancanieves y los siete enanitos o Caperucita roja.
Un día, uno de los niños empezó a usar su imaginación de tal modo, que hizo que los demás niños acabaran creyendo sus palabras. Empezó a llamarme Wendy. Me pidieron que les contara la historia de Peter Pan desde mi punto de vista como una de las protagonistas del cuento.
Yo me quedé sorprendida y algo descolocada, pero les seguí el juego.
Les conté lo maravilloso que era el país de Nunca Jamás, donde no te tenías que preocupar por la comida, la cual abundaba por todos los rincones del lugar. Tampoco debías preocuparte por tu futuro, porque allí los niños solo jugaban y jugaban, porque nunca iban a ser adultos.
Yo, como Wendy, me pasaba horas y horas contándoles cuentos a los niños perdidos, niños muy parecidos a mis pequeños oyentes de ese momento.
Me miraban atentos con los ojos radiantes y espectantes por saber el final de alguno de los encuentros entre Peter Pan y los niños perdidos contra el temible Capitán Garfio y su banda de piratas.
Desde entonces y en muchas más ocasiones, les contaba una anecdota que hubiera "vivido" en el país de Nunca Jamás. Me preguntaban si algún día les iba a llevar a conocerlo y si viviríamos todos juntos alguna de esas aventuras. Yo sonreía y les decía que algún día no se acordarían de que la mismísima Wendy les estaba relatando historias de Peter Pan, a lo que ellos respondían riéndose.
Muchas veces me imagino que en verdad, yo soy Wendy y que, con solo abrir la ventana y gritar el nombre de Peter Pan, me vendrá a buscar para llevarme de nuevo con los niños perdidos. Para no crecer, para no preocuparme por nada más que vivir cada día una aventura como Wendy 'La cuenta cuentos'.
Porque todos tenemos la necesidad de evadirnos en alguna ocasión y es que, todos, necesitamos pensar alguna vez en nuestro pequeño país de Nunca Jamás.