miércoles, 27 de julio de 2011

El columpio, un día de 1767




Un día es como un columpio. Puedes estar a punto de tocar el cielo con los dedos en tan solo un impulso, o bien, arrastrar los pies contra el suelo al descender en picado.
Fragonard captó en su lienzo justo el instante que corresponde al mejor momento que puede tener un día cualquiera.
Algo puede ir bien o de bien a mejor, si primeramente  ha sudecido algo indeseable. Si todos los días estás en lo alto, la propia idea de estar en la mejor parte de tu vida, no será así, sino simplemente algo más, algo bueno, si, pero que no se diferencia de un día cualquiera. Hay que sufrir para tener placer. Hay que pasarlo mal para poder pasarlo bien.
Podría dar mil y una razones para explicar  por qué, de los miles de millones de cuadros que ha dado la historia del arte, mi favorito sea este.
Una de ellas es la sensación que me produce al verlo. Libertad, ansias de volar, diversión, paz, amor, sensualidad, romanticismo...
Pero detrás de este cuadro hay una historia en un ambiente idealizado...que invito a buscar y leer. Una historia propia del rococó, aunque muy presente en nuestra vida del siglo XXI.


Vuela alto, corta el cielo, susurra al viento, mata al miedo, sigue recto, firme, voraz, auténtico.