Si hubiera sabido realmente como está la situación actual del periodismo antes de meterme en la carrera, mentiría si dijera que no volvería a estudiarla.
Puede ser que me llamen ingenua o fracasada, pero tengo mis razones.
Debería odiar el periodismo, lo primero, porque no hay periodismo. Lo que hay es una seudoinformación que tratan de colarnos como noticia. La gente de a pie pocas veces logra identificar que un hecho noticioso no es la nueva hoja de afeitar ultradeslizante de la marca X, solo porque salga el presentador/a de turno en el informativo anunciándolo.
De todas maneras, ¿dónde están las noticias de verdad?¿La llegada del frío es algo que requiera un espacio en un informativo o quizás deberían pararse la redacción de ese informativo a pensar en las miles de millones de noticias más importantes que están pasando en el mundo? Esa es la razón número dos por la que debería abandonar este camino. ¿Trabajaré para decir que ha caído la primera nevada o para anunciar una sartén nada más terminar de dar el resultado de un partido de fútbol?. Francamente, no me gustaría.
Vender tu alma al diablo. Cuando hay demasiado donde escoger es muy fácil elegir el camino donde tú no pones obstáculos y donde te dejas llevar. Pero ¿y si dejándote llevar traicionas valores y aspectos que crees los correctos, pues vienen en todos los libros de estilo que has tenido que estudiar? Ahí encuentro mi razón número tres. No sé si estaría dispuesta a darle mi alma al diablo.
Y qué decir del morbo. Si, hechos que en sí no tendrían por qué ser noticiosos pero si los publicas sabes de sobra que serán leídos. Y si llevan titulares descarados e irrespetuosos mejor. Y no hablemos de aquellos que ni si quiera tratan de repasar antes de publicar. Pero ahí hay otra cuestión. ¿Son los propios periodistas los que hacen esas noticias morbosas por ellos mismos o son sus capataces los que les obligan a acudir al sensacionalismo?
Está claro que es una razón más. La cuarta.
Nos encontramos en una era de sobreinformación. Una saturación y un desbordamiento tan grandes que al final la gente que quiere de verdad informarse, se desinforma. Yo no digo que no se publiquen muchas noticias, simplemente que haya una mayor calidad en lo que se hace y en lo que se quiere transmitir a la población. En una sociedad de masas, donde la tecnología es el rey del destape, no podemos ni por asomo pretender que la información solo fluya en exclusiva por los medios de comunicación convencionales, sino simplemente ser más listos y tratar de dar un toque riguroso y amplio de los hechos noticiosos que de verdad merecen ser llamados así.
En sí esto no sería una razón más para odiar mi profesión. Pero si se escarba en el tema se puede adivinar que la gente se sabe informar ella solita y ahora más que nunca pues tienen todos los medios necesarios a su alcance. ¿Para qué, entonces, la labor del periodista? Para nada. Triste,si, pero actualmente es la verdad.
Una cosa que tenía clara y aún la sigo teniendo es que no seré rica ni millonaria trabajando en esta profesión. Tal y como están las cosas, no tendré estabilidad ni en horarios ni en sueldo. De hecho, tal y como están las cosas, nadie me garantiza que cuando acabe la carrera con 23 años no me quedaré en el paro Dios sabe hasta cuándo.
Como veis, no me faltan razones para odiar el periodismo.
Entonces os preguntaréis, ¿y por qué lo estudias? ¿no es más fácil que dejes esa carrera sin futuro y te metas en algo más productivo? Mi respuesta es no.
Mi sueño es que este panorama tan negro que he descrito se acabe y que la rigurosidad y elegancia en el trato de noticias regrese a nuestra profesión. No estoy hablando de programas de entretenimiento ni del sensacionalismo que venden televisiones y demás medios de comunicación con contenidos basura. Hablo del periodismo de verdad. De informativos en televisión, de los periódicos, de la radio...Pienso que todos y cada uno de ellos volverán a sus tiempos de oro solo si los periodistas y comunicadores audiovisuales estamos dispuestos a cambiar el panorama.
No debemos dejarnos llevar por la codicia del dinero, que aunque en tiempos de crisis es una manzana del Edén, hay veces que lo barato sale caro. Si seguimos vendiendo entretenimiento cuando debemos ofrecer información, el periodismo no saldrá de la crisis. Éstas son las razones por las que quiero seguir estudiando una carrera que no me garantiza un futuro seguro.
Llamadme ingenua o fracasada pero yo quiero ser periodista. Porque quiero a esta profesión aunque, a veces, la odie un poco.